Capítulo 20: Octubre, 2016

Entropía

Basta con un simple pensamiento para darnos cuenta de lo frágiles que pueden llegar a ser.

La entropía de nuestro ser tiende al desorden y al caos; basta con descuidarnos unos días para percatarnos de que la vida se nos escapa, en una lucha constante frente al posible desconcierto de nuestro día a día, con sus mayores y menores desafíos, así como sus presiones involuntarias.

Todo será, al fin y al cabo, una lucha frente a una entropía que tiende a la confusión y al enredo en sí misma. Todo debería consistir en nuestra eterna disputa contra nuestro desorden.

Todo sea para nuestro futuro, para cuando nos recordemos de nuevo en unos años con cariño y, por qué no, también con algo de anhelo. Desear sentirnos orgullosos de quiénes fuimos en días pasados. Sobre todo, sentirnos orgullosos de la estela que dejaremos frente a toda adversidad que nos provoque nuestra disimulada entropía.

El futuro

El futuro no será para los que planean continuamente ni para los que no se atreven a dar un paso al frente y encararse contra su misma persona, especialmente cuando ésta esté abrumada y sin razón de buscar esa motivación que parece no haber sido encontrada.

El futuro, por el contrario, será para aquellos que desarrollan su presente. Porque la motivación va y viene, pero la pasión nace, progresa y crece con nosotros.

El futuro no es más que nuestra recompensa por nuestro presente. Por supuesto que en la vida las sorpresas que ésta misma nos guarda dejan a veces mucho que desear, pero no nos estamos refiriendo a éstas en concreto. Es nuestra proyección lo que importa para el desarrollo de nuestro presente. Las influencias y perspectivas que nos hagan progresar como individuos serán las determinantes para nuestro crecimiento.

¿Qué puede haber más importante sino nuestra plenitud en nuestro desarrollo sincero como personas?

No dejemos que el mal tiempo nos impida ser nosotros. No dejemos de prosperar en la medida de nuestras posibilidades. Proyectemos hacia el mundo aquello que nosotros quisiéramos sentir; pues nosotros somos el mundo, pero, sobre todo, el futuro.