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Capítulo 17: Julio, 2016

July 01, 2016 - 1433 words - 8 mins Found a typo? Edit me

Entendimiento

Darnos cuenta de la delicadeza del todo, del esfuerzo necesario y diario que requiere mantenernos constantes en nuestra tan ansiada satisfacción. En este anhelo de emociones, en ocasiones tan dispares, que como una marea podría verse reflejada sobre el mismo océano.

A aguas calmadas nos quisiéramos parecer, pero sólo en su medida necesaria. Porque no es lo mismo necesitar aquello que deseamos que desear aquello que pudiéramos realmente necesitar. Tanta prudencia hace falta para mantenernos cuerdos en esta realidad repleta de imprevistos.

Porque al final todo será cuestión de entendimiento y comprensión hacia el mundo: sus capacidades de respuesta frente a nuestra inquietud, sus novelas diarias e historias perdidas, sus incertidumbres desconsoladas y olvidadas en un posible caos infinito… No será cuestión más allá de una ilusión todo aquello que se nos escape al entendimiento.

En este concierto sin orquesta; en este desconcierto sin aparente principio ni respuesta. Decisiones que pudieron destruirnos por completo. Lecturas de la vida que no supimos comprender. Argumentos que no sabían siquiera cómo darse cabida en nuestro entender.

Entendimiento comprensivo de la lectura diaria de nuestras vidas: será aquello la mayoría de nuestras más profundas y sinceras preguntas sin respuesta.


Eterno retorno

Nos referiremos a un eterno retorno siempre y cuando la búsqueda sincera de nuestra superación se esté llevando a cabo. Volveremos a equivocarnos, de seguro fracasaremos en tantos y tantos de nuestros intentos, pero al final volveremos a nuestro camino, donde por meta se encontrará nuestra profunda superación personal.

Darnos cuenta de este retorno no por leerlo, sino por vivirlo. La experiencia será nuestra mayor maestra tanto como dejemos que nos enseñe. Se nos prestarán puertas abiertas o quizá hayamos sido simplemente nosotros los que las hayamos abierto, pero, con la real importancia de nuestra palabra, seremos nosotros los que tendremos que decidir y actuar en consecuencia; nos referimos al deber de si entrar, o no, en ellas.

Retornar no en otra vida posible —tan incierta como estúpida— sino en ésta. En sentirnos desbordados para advertirnos, otro día, de nuestro anhelo tan añorado, inundándonos de nuevo sin previo aviso.

Tan paradójico como respuestas pudiéramos encontrarle al sentido de aquello que deseemos realmente descubrir. Y es que posiblemente ahí se encuentre parte de nuestra trayectoria: en el intento de mantener el rumbo con mayor o menor lucidez dependiendo de con qué ocasiones nos encontremos, pero sobre todo de cómo las enfrentemos.

Etapas que cierran. Comienzos que terminan. Finales que se acercan. Nosotros como eternos temporales.


Disposición

Pensar que no podremos o que no damos para más es simplemente una falacia. Lo que entendemos por nuestra capacidad real, o más bien lo que creemos entender de ella, no es más que una mera y abstracta percepción de lo que nosotros estimamos de la misma. Estimar no será más que la consideración de aquello necesario para alcanzar una meta dispuesta.

La proximidad de nuestra percepción con lo que nosotros esperamos de la realidad que nos rodea será directamente proporcional a nuestra predisposición, así como preparación que tengamos frente a ello.

La simple negación de nuestra posible predisposición hacia aquello que aparentemente deseemos alcanzar implicará, sin necesidad de palabras ni otros argumentos, un freno desconcertante. Freno culpable de nuestra falta de aliento, cuyas incógnitas crecerán conforme el paso de los días valiéndose de nuestras dudas para pisar más y más fuerte.

La cuestión de la cuestión. Preparemos nuestra disposición hacia y por nosotros. Mejoremos nuestras habilidades sin dejar de formarnos, pero, sobre todo, sin dejar nunca de querer mejorar.

Es momento de prestarnos más atención, especialmente en aquellos momentos que más nos haga falta. ¿Quién dijo que hubiera prisa en este juego donde la voluntad no tiene por qué ir necesariamente siempre con las decisiones finales que escogemos? A esto nos referimos cuando hablamos de perseverancia en nuestra formación: porque nunca sabremos con total exactitud si éste será, por suerte o por desgracia, el último día de nuestras vidas.

Tan valiosas y singulares como nosotros las hayamos querido trabajar. Tan inestimables y extraordinarias como nosotros las hayamos querido considerar. Tan valerosas y reales como nosotros, durante todo este camino, las hayamos querido formar.


Mientras pasa el tiempo

Mientras pasan los años, nuestra existencia se ve obligada a marchitar. La longevidad de nuestra vida será tan limitada como inesperadamente pudiera verse sorprendida en tantos puntos accidentales de la misma.

Con el paso del tiempo pasa de todo menos él mismo, que con sangre fría parece permanecer estático, siendo a su vez el centro, así como raíz, de cualquier tema.

Quizá no estemos más que regresando una y otra vez a aquel momento tan ansiado por nuestra parte. ¿Qué es casual en esta vida sino aquello que se nos pudiera escapar a nuestro periodo?

Mientras pasa el tiempo, nada puede detenerse; todo queda condicionado con el mismo. Todos, sin excepción, quedamos condicionados. No existe el tiempo, sino nosotros, que somos aquéllos que no podemos detenernos.

Con el transcurso del mismo, es él el único que no transcurre. Cada segundo, cada instante…: no son éstos los que ocurren, sino nosotros.

No nos estamos refiriendo a aquello que no es más que una invención que nos ayuda a contar, a medir y a calcular, al fin y al cabo. Hablamos de aquellos momentos que pasan no sólo cuando levantamos la mirada, sino también cuando la bajamos o la giramos. Al tiempo que pasa cuando creemos que estamos dejando pasar el tiempo, lo que realmente estamos dejando pasar no es el tiempo, sino a nosotros mismos.


Algunos

No nos daremos cuenta de lo verdaderamente importante para nosotros hasta que sintamos desesperadamente esa sensación que nos demuestre de forma empírica, desde su máxima complejidad hasta su tímida sencillez, los frutos del camino que estamos persiguiendo.

Algunos simplemente no estarán nunca preparados; y no porque no puedan, sino porque no querrán ser más que lo que ellos pudieran creer dentro de su confort ya condicionado.

Porque no se trata de qué somos ahora, sino de hacia dónde estamos siendo dirigidos en este preciso instante por nuestra actitud y voluntad, y de cómo a éstas les hacemos caso en las medidas de nuestras posibilidades. Porque más allá del simple hecho de las decisiones que podamos tomar, deberemos asumir sus riesgos y actuar en consecuencia: ahí estará la principal diferencia entre unos y otros.

No todos se atreverán a ser parte. No todos querrán serlo, pues no todos estarán dispuestos a pagar un precio que en apariencia nos pudiera exceder. Nada más lejos de la realidad, pues lo que de verdad nos acabará desbordando será el descuido, en su mayoría, de nuestra profunda y sincera escucha hacia lo que realmente deseamos.

El miedo a las responsabilidades, al exceso de libertad, a la experiencia enriquecedora y al tiempo bien invertido. El temor a dejar de ser aquello que apenas costaba esfuerzo mantener, por su evolución en constante cambio que cada día requiere tiempo y atención. El superhombre no será posible de la noche a la mañana.


Lo más difícil

Lo más difícil de la vida es llegar a comprender la convivencia que existe y existirá con nuestra persona. Aprender que no todos los días serán perfectos a nuestros ojos y que habrá, más de uno incluso, en los que nos sintamos verdaderamente arrebatados incluso por nosotros.

Llegará el día en el que nos demos cuenta de lo equivocados que podemos llegar a estar, siendo entonces afortunados en nuestro aprendizaje, especialmente cuando sobre nosotros pudiera tratarse porque, siempre y cuando nos seamos sinceros, seremos verdaderamente quienes queramos ser.

Vivir en una mentira o en una, simplemente, inconsciente realidad nos restará la vida que nos pertenece junto a todo aquello que podríamos experimentar. Podríamos afirmar, por tanto y sin miedo alguno, que la verdad se encuentra en la sinceridad hacia nosotros.

Lo más difícil de esta vida es aprender de y para nosotros. Que no tendrá por qué haber dos días iguales, sino que más bien los habrá todos y cada uno de ellos distintos en el grado por el que nosotros apostemos y decidamos avanzar. Sin duda alguna, lo más difícil será alcanzar el entendimiento de la variedad en todos los sentidos.

Lo más difícil será renunciar al conformismo, especialmente cuando todo parezca dirigirse en la dirección que nosotros esperábamos. Con mayor cuidado deberemos dar cada paso, pues llegará lo más difícil entonces: sorpresas inesperadas de la misma vida a las que tendremos que enfrentarnos sin posibilidad de evasión alguna.

Lo más difícil será reconocer que las perspectivas podrán cambiar nuestras distintas percepciones de una aparente misma y única realidad.

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